Trauma psicológico: heridas invisibles que merecen ser atendidas
El trauma no siempre deja marcas visibles, pero puede cambiar profundamente la forma en la que una persona se siente, piensa y se relaciona con el mundo. Es el resultado de experiencias que nos han desbordado emocionalmente y que, por su intensidad o duración, han superado nuestros recursos para afrontarlas.
Un trauma no es solo “algo muy grave” como un accidente o una catástrofe. También pueden ser traumáticas situaciones como:
- Maltrato físico, psicológico o sexual
- Abandono o negligencia emocional
- Bullying o acoso
- Pérdida repentina de un ser querido
- Enfermedades graves o intervenciones médicas
- Vivencias en entornos familiares inestables o inseguros
Cada persona vive los hechos de forma distinta, y lo que para una puede ser algo manejable, para otra puede convertirse en una herida emocional profunda.
¿Cómo se manifiesta un trauma?
El trauma puede afectar tanto al cuerpo como a la mente. Algunos síntomas frecuentes son:
- Ansiedad, miedo constante o hipervigilancia
- Pesadillas o recuerdos intrusivos del suceso
- Dificultad para confiar en los demás
- Irritabilidad o reacciones emocionales intensas
- Sensación de desconexión o de estar “apagado/a”
- Problemas de concentración o memoria
- Evitación de lugares, personas o situaciones que recuerdan el hecho
- Trastornos del sueño o del apetito
En algunos casos, puede desarrollarse un trastorno de estrés postraumático (TEPT), aunque no siempre es así.
El trauma no se supera “con el tiempo”
A menudo se dice que “el tiempo lo cura todo”, pero en el caso del trauma, el tiempo por sí solo no basta. Las emociones no expresadas o los recuerdos bloqueados pueden seguir afectando sin que nos demos cuenta. La buena noticia es que es posible sanar.
¿Cómo ayuda la terapia psicológica?
Desde la psicología, abordamos el trauma con respeto, cuidado y sin forzar procesos. La terapia permite:
- Comprender qué ha ocurrido y cómo ha afectado
- Dar espacio a las emociones bloqueadas de forma segura
- Reconectar con uno/a mismo/a sin culpa ni vergüenza
- Trabajar la autoestima, la seguridad y la confianza
- Recuperar el control de la propia vida
- Desarrollar herramientas para vivir sin miedo
Existen enfoques terapéuticos específicos para el tratamiento del trauma, como la terapia EMDR, la terapia somática, la Terapia Focalizada en la Emoción o el modelo cognitivo-conductual adaptado al trauma.
Sanar es posible
El trauma no define quién eres. Es algo que te pasó, no lo que eres. Y con el acompañamiento adecuado, se puede integrar el dolor y reconstruir una vida con sentido, calma y libertad emocional.
Si sientes que llevas tiempo cargando con algo que te pesa más de lo que puedes sostener, estoy aquí para ayudarte.